Ojalá que
los problemas sanitarios de todos los niños no pasaran de los de mi hijo Rubén:
tonterías sin importancia. Y que la actitud de los mayores ante estos temas
fuera un poco como la suya, como la de los niños.
Esta
semana le han operado de una hernia umbilical. Una operación sencillita, tipo
Windows, corta-pega, pero que no ha eximido a su madre de pasar unos nervios
que para ella se quedan. Y conste, que una no es especialmente aprensiva con
estos temas, pero ¡ay! ¿quién se pudiera cambiar por su retoño?
Ya hacía
días que le íbamos preparando para el día D. Él guarda un buen recuerdo de un
ingreso hospitalario que tuvo el año pasado. Allí conoció a una amiga con la
que hizo buenas migas, le fueron a ver los payasos, era el centro de atención…
En fin, que cuando le dije que iba a tener que ir al hospital se quedó más
ancho que pancho:
- Rubén, te van a
dormir para la operación.
- Y, ¿cómo lo van a
hacer?
- Te pondrán una vía
en la vena, como el año pasado, y…
- ¿me van a pinchar
aquí?
- Sí.
- ¿Y me van a poner
la medicina por aquí?
- Sí.
- ¡Bien!
Pues hala,
hijo. Si te hace ilusión que te pinchen, no te voy a desilusionar…
- Mamá, ¿la medicina
va a matar bichitos?
- No, esta te va a
hacer dormir. Se llama anestesia.
- ¿Y cómo me
despertaré?
- Pues poco a poco.
Estarás muy dormido. Y pueden pasar muchas cosas: puede ser que te quedes un
rato “atontolinao”…
- Pero ¡yo no quiero
estar “atontolindao”! (con “d”)
- Bueno, hijo, pero
si pasa, no pasa nada, es normal…
- ¿Y diré tonterías?
- Puede ser…
- ¿Sí?
- Es posible.
- Mamá, ¡yo no quiero
la anestesia!
Y empezó
una agria discusión sobre la conveniencia de que no le operaran a lo vivo. Al
final lo convenzo. ¿Y cómo? Con algo que no falla a estas edades: el
caca-culo-pedo-pis. Se tronchaban los dos de la risa al saber que la Señora
Anestesia se iría por el pis. Hasta que…
- Mamá, y si estoy
muy dormido, ¿se me escapará el pis?
- Bueno, no creo.
Pero si pasa…
- ¡¡Yo no quiero que
se me escape el pis!!
La noche
antes les estuve repasando la cartilla a los dos: cada cual tenía una tarea
importante que cumplir. Óscar, que se sentía un poco desplazado (al fin y al
cabo su hermano ¡iba a tener fiesta del cole!), recuperó algo de protagonismo
cuando le encomendamos la tarea de llevar los deberes de Rubén al cole, y una
notita para su profesora. Y Rubén, ya mentalizado, estaba ilusionado con la
perspectiva de ir al hospital en metro.
Cuando
llegamos al hospital él estaba feliz como una perdiz. Le iba contando a todo el
mundo que le iban a poner el ombliguito para adentro, aunque le gustaba su
ombliguito así. También le contaba a las enfermeras que él era muy valiente y
que no iba a estar “atontolindao” (con “d”), ni se iba a hacer pis. Y que
quería comer en cuanto despertara. Cuando se enteró de que no le iban a pinchar
sino que le iban a anestesiar con mascarilla, empezó a reír. Y así,
tranquilito, sabiendo que papá y mamá no iban a estar con él en el quirófano
pero sí ahí al lado, muy cerquita, se fue en su camilla tan pancho.
Cuando
volvió, tan dormidito y desvalido, a su padre y a mí nos dio un ataque de
ternura. Mi nervio suelto no paró de moverse hasta que encontró su posturita,
no se dio ni cuenta del lío que se estaba haciendo con los cables del electro.
Siguió durmiendo un rato, y lo primero que preguntó fue si había dicho
tonterías. “No, mi amor, tú no dices tonterías nunca”.
Al poco
rato se fue encontrando mejor, y comió un yogur como si nunca más fuera a
probar bocado. Se levantó a hacer pis y… ¡para casa! Ese día estuvo a ratos
durmiendo y a ratos despierto, con carita de dolor. La sorpresa fue al día
siguiente:
- Rubén, ¿te duele,
hijo? ¿te pongo medicina?
- ¡Nooo, mamá! ¡Sólo
ha sido una operación!
Estos días
sigue convaleciente, sin ir al cole por pura prudencia. Pero no dejo de pensar
que ojalá los adultos no perdiéramos del todo esa inocencia, esa resistencia
que tienen los niños, esa capacidad de olvidarse del dolor y seguir adelante.
Los
mayores enseñamos a los niños a transitar por la vida. Pero seamos humildes:
ellos también tienen mucho que enseñarnos… si les queremos escuchar.
Toñi
No hay comentarios:
Publicar un comentario