lunes, 11 de febrero de 2013

El podador de bonsáis, la pirata "manopalo" y el niño que susurraba a sus hermanos

Parece una tontería. Quizá por lo que usual que es, nunca le haya dado importancia, pero cuando veo a mis hijos jugando con sus manos, no puedo sino asombrarme de esta maravilla del cuerpo humano que es la mano y de su largo proceso de perfeccionamiento.

Ha pasado mucho tiempo desde aquellos primeros días en los que apenas tenían fuerza para comer pero que se agarraban con fuerza a mi dedo. Meses en los que en los que no ha pasado un solo día que no me quedara boquiabierto con un nuevo movimiento de sus manitas, girándolas, asiendo muñecos, golpeando, arañando, dando palmadas, agarrando el biberón, lanzando el chupete, soltando algún juguete al suelo, haciendo "los lobitos",...

La torpeza inicial con la que encaran cada cosa no puede con su voluntad de hierro, que les hace superar a fuerza de intentarlo una y otra vez, cualquier reto que se propongan, sin ser conscientes de la importancia de ello.

Mi memoria de pez hace que ya no me acuerde de muchas cosas y estas que cuento probablemente se salven porque quedan escritas. Del agujero negro por el que se me van muchos recuerdos me gustaría rescatar a Lara palmoteando el iPad mientras Cris le daba de mamar. O las risas que nos echamos cuando la ves arrastrándose a toda leche por el pasillo -de parquet- con un cubilete de plástico en cada mano. Es como el pirata patapalo, aunque en este caso, sería manopalo. Tiene un gateo -más bien rastreo-  a lo "Rambo",  con el cuerpo pegado al suelo, como si estuviera pasando por debajo de una alambrada de espino.
A la memoria se me vienen las pelis de vaqueros cuando veo a Lara robando algún chupete a sus hermanos (ella no tiene porque no le gustan) y ondearlo al viento, toda triunfante, como si fuera a atrapar algún caballo con un lazo. Imposible no asombrarse cuando aplaude con las manos al cantarle "palmas, palmitas..." Imposible no temerla cuando agarra mi narizota y clava sus uñas; cualquier día le salen alas y echa a volar como un águila imperial que hubiera atrapado un cabritillo. O cuando está muy enfadada porque no se quiere dormir, o cuando se quiere dormir pero no puede, que coge su muñeco manta, lo sacude varias veces y lo lanza toda rabiosa lejos de ella. O cuando últimamente se ha puesto a decir adiós, a veces cuando nos despedimos de alguien pero a veces también porque sí.
Quizá el mejor ejemplo de sus progresos sea el siguiente. Hasta hace poco cuando la acostaba, la acercaba hasta el estor de la ventana para que lo tocara. Se dedicaba a arañar los dibujitos de nubes rosas, triciclos amarillos y flores verdes al tiempo que se la iban cerrando los ojos. Ahora, en vez de arañar la tela, la aparta con la mano para ver lo que hay al otro lado.


Mario tiene mucha fuerza. De ahí que haya sido el primero en ponerse de pie. Empezó hace más de un mes, escalando al principio cumbres pequeñas y por cumbres me refiero a sus hermanos. En cuanto veía a uno de ellos boca abajo, salía disparado y se subía encima, agarrándose a su ropa (o su piel), para enfado y lloro lógico de sus hermanos que no veían demasiado bien sus progresos a costa, literalmente, de ellos. Ahora ya no se sube, en parte porque Lara y Álvar ya gatean y pueden escapar, pero en parte porque Mario ya sabe ponerse de pie si tiene un punto de apoyo. Pero a lo que iba, cuando a veces juegan entre ellos, y Lara o Álvar intentan quitarle de las manos algo que Mario tiene entre las suyas, es capaz de retirar su mano para impedírselo o de marcharse para otro lado. Sin embargo, cuando son Lara o Álvar las víctimas del atraco por parte de Mario, no son capaces de reaccionar de la misma forma y acaban sin el juguete. Quizá se deba a que ellos se conforman o a que no les sienta tan mal el que se lo roben. O quizá se deba a que Mario ya haya comenzado a demostrarse algo egoísta. Así cuando Lara o Álvar quieren algo que Mario tiene, éste se pone a llorar, incluso a veces sin intentar luchar por ello. Lara y Álvar le miran sorprendidos, como diciendo: "si tú antes me has quitado otro juguete y no no te he dicho nada".

Me sigue sorprendiendo cómo Mario y Álvar se meten el chupete en la boca. Es muy gracioso cuando le doy de merendar, cómo se quita el chupe cuando me acerco con la cucharilla. Eso sí, a la hora del bibe, tanto él como su hermano, echan los brazos hacia atrás -Mario cierra los puños- y se dejan hacer; Lara sin embargo, agarra el bibe con las dos manos y si no pesa mucho, se lo toma ella sola. De todas formas, si tuviera que destacar algo de los "usos manuales" de Mario serían las caricias que hace a sus hermanos cuando los ve llorar desconsoladamente. Se acerca y les toca la cara, aunque a veces también les araña pero es más porque no controla que por hacer daño. A veces también se rozan las cabecitas. Quizá es algún recuerdo residual de cuando estaban juntitos juntitos dentro de la tripa de Cris.
Me parece impresionante este papel que ejerce Mario de "hermano protector" cuando los demás se ponen a llorar. Lara no lo tiene y Álvar, unas veces se pone a llorar cuando alguno de sus hermanos llora, y otras se pone a reír.


Álvar ha tardado mucho en gatear. Quizá porque le dolía; su pequeña deformación en la cabeza le restringía el movimiento del cuello, de tal forma, que le resultaba un suplicio estar boca abajo, y a los pocos minutos comenzaba a chillar. Quizá por desesperación, porque cada vez que lo intentaba, cada vez que reunía fuerzas para levantar primero los brazos, luego el culo, se iba para atrás en vez de hacia adelante, con la consecuente rabia por su parte. Quiza porque no encontraba motivos suficientes para hacerlo. No sabría decir si es vago, conformista, inteligente o todas las cosas al mismo tiempo. ¿Sabéis ese chiste de cómo se reconoce en una orquesta que un pianista es vasco?... Porque se acerca el piano en vez de acercar él la silla. Pues este chico igual. Que está sentado y ve algo que quiere y no llega por mucho que estire la mano, pues va y tira de la manta sobre la que está sentado para acercárselo. Y si no, intenta atrapar alguna otra cosa que le pille más cerca aunque no sea de su agrado.
Este retraso sin embargo ha tenido cosas buenas porque ha podido concentrar todos sus esfuerzos en ejercitar sus manitas. El tiempo que ha pasado, y se pasa, sentado bien recto, jugando con unos cubiletes, metiendo unos dentro de otros, sacándolos con sumo cuidado, hurgando delicadamente con su dedito aquí y allí es algo que no hacen sus hermanos. Parece un podador de bonsais por el tiempo que mira y remira las cosas y el que piensa, con el ceño todo fruncido y aire de concentrado, antes de volver a meter una bola dentro de un cubilete.
Ahora también gatea. No es un arrastre tipo Lara, sino un gateo como dios manda. Con el cuerpo levantado, y marcando cada paso con un buen golpe en el suelo con la mano abierta.
Siguiendo el ejemplo de Mario, Álvar también se pone de pie aunque con menos soltura que éste. Y siguiendo la estela de Álvar, Lara ha hecho lo propio pero a una velocidad de escándalo porque hasta hace apenas unos días no mostraba ningún interés en levantarse.


Me olvido muchas cosas pero aún siendo capaz de enumerarlas todas, probablemente me quedaría a años luz de acercaros siquiera a las vidas y milagros de estos chavalotes.

Salud!

guille

1 comentario:

  1. Hola, me llamo Patricia y soy mamá de dos chavalotes, mellizos de 22 meses....te estoy leyendo y solo pienso en cómo debe ser vuestro día a día con 3 bebés prematuros, no me lo puedo ni imaginar. Ante todo daros la enhorabuena y felicitaros por vuestro trabajazo, porque si yo a veces me quejo con 2, no quiero pensar como debe ser con 3, que duro!!!un saludo, y mucho ánimo!!

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...