jueves, 1 de noviembre de 2012

PARTO MÚLTIPLE - Mayte



Prácticamente desde que me enteré de que iba a tener mellizos una de mis inquietudes era precisamente cómo sería el parto.

Muy pronto uno de mis hijos encontró el camino de salida y allí se quedó aguardando el momento. El otro, sin embargo, estuvo dando vueltas bastantes semanas sin decidirse, hasta que el pobre ya no tuvo espacio para dar más vueltas y allí se quedó.

Quiso el destino (o mi hijo) que su posición final fuese completamente la opuesta a la deseada para un parto vaginal. Es decir, su cabeza arriba del todo.

Así que el médico me recomendó cesárea programada. Mi tía había dado a luz mellizas, una por vía vaginal y tres horas después y sin conseguir que mi prima bajase, cesárea de urgencia. Sea por la experiencia contada de mi tía o porque me fiaba ciegamente de mi ginecólogo, nos fuimos a cesárea programada.

A las 37 semanas mis criaturas no daban ninguna señal de querer salir, ni media contracción sufrí… y seguían creciendo y creciendo… Así que finalmente, programamos la cesárea para las 37+6.

Supongo que habrá gente que tendrá un mal recuerdo de su cesárea… No es mi caso.
El día programado, allí que nos fuimos, yo, mi tripota, mi marido y los tres abuelos expectantes por ver a los pequeños.

Aún acudieron también mi hermana y mis cuñados con regalitos previos al acontecimiento y tanta visita sirvió para tener conversaciones diversas y desviar un poco los nervios…

Por fin, vinieron a buscarme… Ver una cara conocida en el quirófano (mi ginecólogo) ya que mi marido no podía estar, me sirvió de mucho, pero además, todos se portaron conmigo de maravilla.

Di a luz en una clínica pequeñita y el nacimiento múltiple se convirtió en una especie de acontecimiento. Se llenó el quirófano de gente que me daba ánimos al principio y felicitaciones después.

En fin, epidural, tumbarse y a empezar… Todo fue muy rápido (o esa es mi sensación), recuerdo la boca muy seca de la anestesia y pocas molestias más. Noté cómo me abrían y cómo de repente salía todo el líquido caliente de la primera bolsa. Puede sonar “asquerosillo” pero fue una sensación impresionante… de repente sacaron a mi nene y noté cómo el segundo bajaba a recuperar el hueco de su hermano.

Salió con mucha energía, llorando mucho, grandote (2.950 y 48cm) y cuando vieron que todo estaba bien, 2 minutos después, a por el segundo, aún más grandote (3.020 y 51 cm). Me los acercaron para verlos y besarlos, aunque todavía no podía cogerlos y con las lágrimas casi ni los podía ver... Y cuando me cosieron, subimos todos a la habitación.

Y allí, uno de los momentos más intensos de mi vida, desnuditos para hacer el “piel con piel”… No puedo recordarlo sin emocionarme: tener sobre mí a mis dos hijos, que un rato antes estaban dentro, notarlos nerviosos y ver cómo poco a poco los tres nos calmábamos y nos relajábamos... fue increíble.

Al día siguiente yo ya estaba de pie duchándome, sin puntos que retirar (fueron internos)… una recuperación buenísima. Y sobre todo, con mucho trabajo por delante… que aún me dura !!


Mayte.



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