viernes, 16 de noviembre de 2012

PARTO MÚLTIPLE - Almudena

Entramos en el tercer trimestre del embarazo. Mi marido ilusionadísimo porque ese mismo miércoles íbamos juntos a las clases de preparación al parto, pero… ¡¡¡el pobre se quedó con las ganas!!!
 
Justo el domingo día 15 de marzo, después de haber pasado un estupendo día en familia, sin apenas tener molestias, raro pero así fue, llegó la hora de irnos a la cama y cuando me voy a acostar, noto un dolor intenso en la zona lumbar que no me gustó nada, pero como a la mañana siguiente tenía los análisis del tercer  trimestre en el hospital, decidí aguantar a ver qué pasaba.
 
Sobre las 2 de la madrugada ya me tuve que levantar a sentarme al sofá porque no podía estar en la cama. Me cogí una mantita, puse los pies encima de la mesita pequeña y allí estuve pendiente  un poco de los dolores que tenía e intentando descansar como podía. A las 6 de la mañana se levantó mi marido y cuando me vio en el sofá me dijo si nos íbamos al hospital, pero le dije que tranquilo, que me iba a duchar y a preparar para irme a los análisis, que si me acercaba a La Paz y luego yo de vuelta ya me cogía un taxi para ir a casa.

Así que dejamos al niño mayor en el colegio y allá que nos fuimos al hospital. Como mi marido  no vio que me encontrase muy bien, decidió quedarse hasta que me sacaran sangre y luego me llevaba a casa, así que nos sentamos en la sala de espera a que me tocase. Una vez allí la ATS que me fue a pinchar, me recomendó que me acercara a urgencias que a me vieran y, si no era nada, pues mejor. La verdad es que el dolor era bastante soportable, lo único que ya lo iba teniendo cada 15-20 minutos.
Nos fuimos para urgencias, y enseguida me atendieron, allí que me hicieron pasar a la consulta mientras mi marido se quedaba fuera esperando. Me hicieron subir al potro para mirar cómo estaba el cuello del útero… y me dice el ginecólogo que me estaba atendiendo: “bueno qué pronto vas a ver la carita de tus niñas” ¿Cómo? Yo llorando… “Mujer no llores”, me dice, “que estás ya con 5cm!!!” Y yo: “No puede ser, si apenas me duele…” “Todavía es muy pronto, solo son 33 semanas, no hay forma de pararlo”, ilusa de mí!!!! Debería de saber que no hay forma de pararlo… y  venga llorar. Enseguida me dijeron que me cambiase de ropa, y me hicieron pasar para hacerme una ecografía a ver cómo estaban las niñas. Cuando vieron que todo estaba bien, llamaron a una celadora y en una silla de ruedas me subían a la sala de dilatación para ir preparándome para el momento. Cuando salimos por la puerta y llamaron a mi marido, cuando me vio, le dijo a la celadora: “¿Dónde la llevan, a monitores?” Y le contesta tan tranquila: “no bonito, la tienes de parto!!!” el pobre se quedó blanco como la pared, y yo venga llorar, qué le vamos a hacer, me dio por ahí.

Bueno llegamos arriba a las 9.15 de la mañana, enseguida acudió la matrona, que era encantadora, la verdad. Me sacaron sangre de nuevo, para poder ponerme la epidural, aunque yo no quería. El anterior parto lo tuve sin ella y para mí fue rápido y muy bien. Pero la misma matrona me aconsejó que había que ponerla, porque el segundo gemelo estaba cruzado y si no salía había que hacer la cesárea. Así que… no hubo más remedio que decir que sí, por el bien de las tres. Fue una mañana de mucho ajetreo, poniéndome los monitores para tener a las niñas totalmente controladas, poner vía, sacar sangre, etc….y eso sí, mi marido estaba conmigo, que el pobre lo estaba pasando un poco regular. Yo todo era decirle que avisara a mi madre y a sus padres para que fueran viniendo a Madrid, ya que estaba mi madre en Alicante y mis suegros en Málaga.

 Recuerdo que mi marido le preguntaba que para cuando se esperaba el parto, y la matrona le decía que en el día, y yo: “cariño que a mediodía no sé si llegaré, tu vete llamando a los abuelos que cuando empiecen a ponerme la oxitocina esto va volao” Además es que notaba una presión enorme abajo, que ganitas tenía de salir mi querida niña.
 
En fin… sobre las 11.30 de la mañana ya teníamos los resultados de los análisis para poder ponerme la epidural, y allá que vinieron. ¡¡¡Momento más desagradable que he vivido en mi vida!!! Qué mal y qué dolor al pinchar para poner la cánula, una vez empieza a hacer efecto la anestesia genial, pero el momento en sí, ¡uffff! Bueno, pasado el trance, ya vinieron a romperme la bolsa amniótica para ir acelerando el proceso, estuvieron  haciendo el tacto y todo iba bien: para esa hora, 12.15 ya tenía 7 cm aproximadamente, así que me conectaron la oxitocina, para terminar de dilatar. La matrona se fue y me dijo que si notaba algo que llamase, aunque ella controlaba desde fuera las contracciones. No había pasado ni 5 minutos, cuando le dije a mi marido que llamase, que tenía una presión que no era normal…  Allá que viene la matrona, le explico la situación y me dice: “no puede ser, si no te ha llegado la oxitocina a la vena aún…” Se pone a explorar y le dice a la enfermera: “¡¡¡llama a un celador que ya está de 10 cms!!! ¡¡¡Que vengan urgentemente que vamos a quirófano!!!” “no empujes, no empujes” Aleeee y a correr todo el mundo.
 
De camino al quirófano, solo me decían: tú tranquila, no te asustes por la gente que habrá dentro, pero es que un parto gemelar no todos los días se ve… Entramos al quirófano y efectivamente, si no había más de 30 personas, entre enfermeras, neonatólogos, pediatras, matrona, ginecólogos y un largo etc,… yo solamente dije: “con tantos como sois, ya podríais dejar pasar a mi marido, si uno más que menos, ¡tampoco se nota!” Pero no coló, el pobre se quedó en la puerta él solo, esperando que todo fuese bien.
 
Allá que me pasaron de la cama a la cómoda mesa de partos. Eso sí, siempre acompañada por la matrona y el anestesista que en todo momento estuvo conmigo, dándome ánimos y tranquilizándome. Las enfermeras se acercaban y me preguntaban cómo se iban a llamar, y les dije que la primera que saliera se llamaría Ana, y la segunda Sofía. En el primer empujón que di, salió disparada Ana, con 1950 gr, llorando como una loca con las manos hacia arriba. Encima de la barriga me la dejaron, para que la viera y luego se la llevaron.
 
 
 
Enseguida empezaron con la ardua tarea de sacar a Sofía: estaba cruzada y había que tirar de ella para que saliese. Estuvo la cosa casi a punto de que me hicieran la cesárea, pero en el último empujón que di, a las 12.37 salió Sofía con 1810 gr. y se la llevaron corriendo.
 
Bueno, ya había terminado mi cometido, todo el mundo felicitándome por lo bien que había transcurrido el parto y yo solo hacía que preguntar por Sofía. Todo personal médico que se acercaba a felicitarme, yo le preguntaba por la niña y solo respondían que enseguida venía el neonatólogo y hablaba conmigo. Uffff, que momento…
Nadie me decía nada, solo que estuviese tranquila, yo oía llorar, pero no sabía quién era. Mientras  me estaban cosiendo la episiotomía y demás, se acercaron con Ana, ya le habían puesto un gorrito con el nº 1, me dejaron que le diera un beso y ya enseguida vino la neonatóloga. Me dijo que todo estaba bien, que no me asustase si venía a Sofía con las piernas un poco amoratadas, era por lo que había costado sacarla, que no me preocupase, que me la traían enseguida para que la viera y que las llevaban a neonatos, y así fue… Cuando ya la vi me quedé tranquila totalmente.
 
Así que a la puerta del quirófano, allí estaba el feliz padre, que las había visto antes que yo, sobre todo a Sofía… Eso me contó después, que enseguida se las enseñaron y que se las dejaron coger y todo. Y con sus niñas que se fue a hacer el ingreso en la planta de neonatología, mientras a mí me tenían en recuperación y me subían de nuevo a la sala de dilatación, para posteriormente llevarme a planta.
 
A las 21.00 de la noche pedí una silla y me llevó mi marido a ver a las niñas. Estaban en la incubadora tan plácidamente durmiendo. Sofía con la luz ultravioleta puesta, para que los moratones se le absorbieran lo antes posible. Y después de 11 días en el hospital, mis niñas se vinieron a casa.
 
En esos momentos en los que estás tranquilamente tú sola, reviviendo los momentos del parto, es cierto que me vinieron muchas cosas a la mente. Quizás la más significativa y más importante para mí, que curiosamente me ocurrió en los dos partos que he tenido, fue la imagen de mi padre sonriendo. Como si hubiese estado en todo momento a mi lado, protegiéndome y velando por que todo fuese bien.
 


ALMUDENA

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...