Era mi tercer embarazo, un embarazo muy deseado.
Durante mi primer embarazo fui joven e inexperta. Mi frase preferida era
“No estoy enferma, sólo embarazada” y era cierto, sólo estaba embarazada, pero
por muy bien que me encontrase no podía hacer exactamente la misma vida que
antes, sin tener en cuenta la vida que llevaba dentro.
A las 24 semanas mi bebé me dio un aviso, quiso salir antes de tiempo y me
puse de parto. Corriendo fui al hospital, donde me pudieron parar el parto y
estuve ingresada una semana, dándome el alta con reposo absoluto. A las 30
semanas volví a ponerme de parto otra vez, otra vez ingresada, otra vez el
miedo pero también conseguí que mi bebé aguantara un poco más. A las 36 semanas
mi bebé llevaba ya tres semanas sin crecer y pensó que mejor estaba fuera;
nació Sergio con 2,400 kg. Y fui la mujer más feliz del mundo.
Durante mi segundo embarazo decidí que tenía que cuidarme. No podía dejar
que mi bebé naciera antes de tiempo, y la verdad es que fue un embarazo de
libro. Como anécdota siempre recuerdo que estando cerca de los seis meses, le
preguntaron a mi hermana que cuándo había perdido el bebé puesto que no tenía
barriga alguna. Aún así a las 36+5 semanas me ponía de parto y nacía Álvaro con
3,600 kg. No sé dónde hubiera llegado de haber nacido en su fecha.
Creo que la sensación de felicidad que experimenté ese día, no la he vuelto
ni la volveré a sentir en vida.
Y por fin llegó mi tercer embarazo y, por suerte o por desgracia, fue un embarazo
múltiple. No puedo contar nada especialmente diferente a los anteriores, si
acaso un poco más de sueño en el primer trimestre pero poco más, los mismos
ardores, la misma fatiga, la misma ciática, incluso la misma barriga (seguía
sin tener demasiada). La sensación de tener dos bebés durante el embarazo no
fue más especial que la de tener uno, la capacidad de crear una vida es la
misma, el amor que se crea entre la madre y el hijo es la misma, pero sí es
cierto que estamos preparadas para tener un solo bebé en cada embarazo por lo
que sí presenta más riesgo.
Con los antecedentes de parto prematuro que tenía, mi doctora me mandó
reposo relativo a partir del tercer mes, pero imaginaros mi reposo con mi hijo
mayor recién cumplidos los tres añitos y mi mediano con 13 meses. Es cierto que
estaba de baja en el trabajo pero no había forma de darme de baja en mi casa.
Me levantaba todos los días temprano para llevar al mayor al colegio,
después dejar al mediano en la guardería, ve a comprar, haz la comida, ordena
la ropa, recoge a los niños, dales de comer, la siesta, la merienda, el parque,
los baños, la cena, dormir y vuelta a empezar. Creo que no tuve demasiado
tiempo para disfrutar de mi tercer embarazo, (mi marido salía de casa muy
temprano y llegaba muy tarde así que, aunque hacía lo que podía, no era mucho)
y la verdad es que no lo recuerdo ni como bueno ni como malo. De esa época mis
mejores recuerdos están con mis bebés mayores.
En la semana 29 una amiga y yo nos fuimos a descansar un fin de semana a un
SPA. Todavía recuerdo el masaje de pies que me dieron, en mi estado era lo
único permitido.
Realmente descansé y me relajé ¡¡¡¡¡¡dos días sin niños y sin marido!!!!!!
Cuando llegué el domingo a mi casa estaba perfectamente, me acosté feliz,
pensando en que solo me quedaba el último tramo del embarazo, cuando me levanté
estaba de parto, mis niños querían nacer pero no era su tiempo.
Noelia
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